martes, 10 de abril de 2012

Remembering Don Quijote

¡Si levantara la cabeza!

Brilla en sus ojos la locura, a su lado un flaco rocín mordisquea el ralo pasto reseco de mil soles que lo hacen amarillear.
No ha mucho que tuvo un duro encuentro con los terribles gigantes de largos brazos que lo dejaron maltrecho y humillado.
Ha dormido al abrigo de un peñascal para protegerse del frío relente  que cala en sus huesos, pero un maligno acto de brujería de quienes lo derrotaron lo ha transportado a un extraño lugar mientras dormía y al despertar, descubre que una densa niebla lo cubre todo y no encuentra sus pertrechos. Apenas el viejo jamelgo permanece a su lado, quizás en la equina esperanza de que su fidelidad le reporte  en algún momento un pesebre  bien colmado de fresco heno.
Un zumbido como de una gigantesca espada manejada por terrible brazo llena el aire…zuuum, zuuum. ¿Le habrán seguido los gigantes a tan desolado y misterioso lugar?
Monta en su viejo jamelgo y con la garra del miedo en sus tripas se dirige hacia el angustioso sonido.
Por un momento, la espesa niebla se rasga para dejar entrever a un par de seres monstruosos, unos gigantes que empequeñecen en mucho a aquellos de amargo recuerdo.
Derrotado, con el terror añadido a la locura, hace que el animal de media vuelta y obligándolo mas allá de sus fuerzas huye.
Huye y mientras lo hace, reniega  a grandes voces del dios que permite tales engendros para su desgracia

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