jueves, 2 de febrero de 2012

El año de la desesperanza II


Pintores de brocha gorda

Como en manos de un pintor que ejecuta un encargo, vamos siendo parte del cuadro que quiere reflejar una realidad que no es sino la que conviene a quien paga. Realidad a medida en la que incluso el pintor forma parte del cuadro, cómplice obligatorio y obligado, no es más que un dibujo en una pared, realidad ficticia, manejada por quienes pueden porque así lo queremos o permitimos.
Realidad tan irreal como su reflejo; hoy nos pintan con trazo grueso y colores pardos después de borrar de unos cuantos brochazos otra verdad de colorines que era tan ficticia como la actual. Nadie parece dedicarse a buscar nuevos estilos y si alguno lo hace es ninguneado o relegado al ostracismo de las minorías tachadas de contra culturales, o rizando el rizo publicitándolo como fenómeno mediático que finalmente será fagocitado por el sistema y su estilo y sus colores diluidos en el gris homogéneo en el que apenas destaca ya nada
Nos va a hacer falta mucho disolvente

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